El excesivo calor suele jugar una mala pasada en la salud, sobre todo a los más vulnerables como lo son los niños y ancianos. Una persona que está sometida a temperaturas ambientales muy alta es susceptible de padecer un golpe de calor.
Los especialistas definen al “golpe de calor”, cuando el paciente eleva su temperatura corporal por encima de 39.4° centígrados, ya sea por efecto de la condición ambiental o por actividad física vigorosa, en la que el organismo es incapaz de regular su temperatura.
El Ministerio de Salud Pública difunde una serie de recomendaciones para prevenirlo, teniendo en cuenta que sin una intervención oportuna puede ocasionar serios inconvenientes desde una moderada deshidratación e incluso la muerte.
En el caso de los niños es aconsejable:
Que tomen mucha agua.
En el caso de los bebes lactantes, es aconsejable ofrecerles el pecho más seguido.
Trasladarlos a un lugar ventilado.
Ducharlos o mojarlos en todo el cuerpo con agua fresca.
Transmitir tranquilidad y ponerlos a descansar.
Y si hace mucho calor y deben salir se les debe proteger con ropa holgada, liviana, de algodón, colores claros.
Evitar la exposición al sol a menores de un año.
Si van a estar al sol, usar protector solar, siempre mayor a 30 y aplicarlo 30 minutos antes.
Evitar la exposición al sol desde las 10 hasta las 16:00 horas.
En los adultos tratar de que permanezcan en lugares frescos, que consuman más frutas, verduras, controlar el consumo de líquidos, sin esperar a que tengan sed y evitar las bebidas alcohólicas o muy azucaradas porque eso disminuye la sensación de sed. Aunque tanto el niño como el adulto no pidan agua hay que ofrecerles constantemente.
Síntomas del agotamiento por calor
Sudoración excesiva.
En los bebés puede verse la piel muy irritada por el sudor en el cuello, pecho, axilas, pliegues del codo y la zona del pañal (sudamina).
Piel pálida y fresca.
Sensación de calor sofocante.
Sed intensa y sequedad en la boca.
Calambres musculares.
Agotamiento, cansancio y debilidad.
Dolores de estómago, inapetencia, náuseas o vómitos.
Dolores de cabeza.
Irritabilidad (llanto inconsolable en los más pequeños.
Mareos o desmayo.
Si los síntomas continúan, consultar en un centro de salud.