La decisión de Melero de relajarse y disfrutar, parte de un principio ya que deja en manos de su coequiper Yuliano Acri como productor y encargado de dirigir la banda integrada por Tomás Barry, Guillermo Rodríguez, David Vera y Paul Thielen, en este trabajo editado por sello indie Ultrapop.
Y Melero toma su vasito de martini o whisky y se pone su smoking de crooner en la hermosa “Amistad”, donde bajo una exquisita atmósfera de orquesta pop se permite ir tirando un decálogo sobre la amistad.
Y precisamente Yuliano Acri dirige una banda que se convierte en una orquesta para cumplir con excelentes resultados la fantasía y el gusto de Melero también por los románticos italianos de los ’50 y los ’60 y los españoles del ’60.
“En verdad” tiene una carga de romanticismo más dramático con un interesante trabajo de los teclados donde Melero reconoce el buen momento que atraviesa al afirmar: “estoy muy cambiado, y no estoy preocupado, me siento muy bien, no quiero volver al pasado”, para luego reconocer que su metabolismo ha financiado su cinismo, en formas que lo emparentan con el Brian Ferry maduro.
“Pavimento” lo tiene a Melero convertido en una especie de Lou Reed tecnológico, un narrador nocturno de las psicosis de la humanidad, aunque en este caso se trata de una historia muy emparentada con el imaginario del cerebro de la ciencia ficción Philip K. Dick.
El clima lounge regresa en “Dicen” con una orquestación pop que recuerda a Burt Bacharach, un interesante punteo de la guitarra y otra Melero se calza el smoking, con el moño desarmado y jugándose todo en actitud dandy ganadora.
El piano bien la frente, romántico, algo triste viste la canción “Elsita”, con Melero escondiéndose detrás de la instrumentación, con sintetizadores suplantando las cuerdas y el vocalista hablando sobre una perversa mujer.
“Disponible” muestra el lado más electrónico de Melero con la voz procesada jugando a ser un Falco, con un ritmo enloquecido y ruidos de todo tipo y relatando una típica crisis urbana: la de un adicto a los tranquilizantes recorriendo las farmacias de una gran metrópoli, sin receta para conseguir su medicación.
La locura lo lleva a Melero a tomar una canción con arreglo de cuerdas, bien pop romántico para meterse en una mercería y comenzar a enumerar los nombres de los diferentes tipos de tela con los que una mujer o un hombre puede cubrir su desnudez. Sin más letra.
“Portía Labiata” es un electro-rock a medio tempo, una base marcada, percusión sintetizada, la guitarra distorsionada, mientras Melero procesa su voz para cantar desde lejos, en una canción que vuelve y deja una coda más relajada.
Este muy buen disco se cierra con “VIP” con los pianos y las guitarras al frente en una canción de fiesta en la que Melero describe descarnado la hipocresía de la fiesta de la alta sociedad.
Fuente:Telam